Partida: Lágrimas de la noche
Continuaron caminando. El sol, se había convertido en una bola roja a su derecha, apenas visible entre las nubes. Caía el ocaso. La luz menguaba y el calor también. Faltaban unos pocos cientos de metros para llegar a la encrucijada. Después de gran parte del día caminando, las piernas de los viajeros se movían solas. Repitiendo la misma secuencia una y otra vez. Un paso, luego otro, y otro y otro y otro...
Hasta que oscureció completamente. Las nubes cubrían el cielo, con lo que la luz de la luna y las estrellas no alcanzaba a iluminar la encrucijada. Las nubes hacían la noche mas oscura y tétrica.
-Fantástico. Un mero cruce de caminos. ¿Donde pesáis acampar? ¿De quien ha sido la fabulosa idea? No veo ningún lugar... -Molah'Rajm empezó a hablar, pero Berwas lo interrumpió.
-No os preocupéis señorito hechicero. Conozco estos parajes. A un minuto caminando en esa dirección hay un pequeño claro entre los arboles que nos rodean. Podremos acampar allí. ¿Deseáis que os lleve en brazos?
-¡Vigilad vuestra lengua cazador! ¡O desataré mi poder sobre vos!
-Jajajaja. ¿Veis este hacha? Pues la veis porque yo lo deseo. Porque si quiero, antes de que abráis vuestra boca para pronunciar toda esa sarta de conjuros que gritáis los magos, os la clavare entre las piernas.
-Mi señor Berwas -Dala se entrometió en la discusión - No me son desconocidos los caminos que seguís. Si bien es cierto que yo no los comparto, me es sabido que vosotros los cazadores también os servís de la magia en numerosas ocasiones.