fondo

lunes, 28 de julio de 2008

Reorganizacion

Weno, he estao reorganizando un pokillo y de ahi a que hayan nuevos articulos que ya taban. he tenido ke editar, copiar, pegar, cortar, etc pa reorganizarlo un pokillo

Sombras del Pasado. Epílogo

-Bueno, ahora que ya sois del grupo, voy a contaros que tenemos pensado para nuestro futuro.
-¿Y cual es nuestro futuro?
-Vosotros continuareis igual que hasta ahora. Tú serás el teniente alcalde, y las cosas irán para vosotros como hasta ahora. En cuanto al resto, nos asentaremos en esta ciudad, y formaremos parte de la guardia personal del alcalde y seremos el cuerpo de elite de toda la zona. En la ciudad solo cambiarán dos cosas, una sera la guardia, y la otra será el alcalde. Ahora mismo iremos al castillo, lugar al que me dirijo en estos momentos para entrevistarme con el alcalde.
-Disculpa, ...
-No no, espera. Tu mismo podrás observarlo. Vamos. De camino te contaré mas cosas.

Salieron de casa del teniente alcalde, y se dirigieron al castillo. De camino, se les fueron uniendo poco a poco otros miembros del grupo.

Solo en una ocasión se había visto a tantos hombres de Drent juntos bajo la luz del sol, y fue en el propio castillo, el primer dia que se presentaron ante el alcalde, quien les contrató. Para sorpresa del teniente alcalde, les dejaron entrar sin ningún problema, ni siquiera tuvieron que detenerse, pues las puertas estaban abiertas. Se detuvieron en el salon comedor, desayunaron, y continuaron hablando.

-Otra cosa de la que quería hablarte es de cierto objeto que tengo aquí guardado, que tenemos, mejor dicho.
-¿Qué objeto?
-Tengo entendido que es lo último en tecnologia. Aquello que va a dejar inservibles los arcos y las flechas.
-¿Cómo sabes de su existencia?
-Si no lo supiera, me habrías matado cuando llegué a tu casa. ¿Pero que sorpresa la tuya, al no encontrarlo donde debía estar no? Bien, los hemos producido en masa en estos últimos días. Nos hemos entrenado, y ahora, cada uno de nosotros posee uno. Solo hay algo que se escapa a mi conocimiento. Algo que no he conseguido averiguar, pero que tu me dirás en este instante.
-Se llama pistola. Y los de mayor tamaño, rifles.
-¿Pistola? Bien. El caso es que en breve, terminará la reunion con el alcalde, y de esa reunion saldrá un nuevo alcalde.
-¿Qué reunion?
-Ya te he dicho antes, que en estos momentos, estoy reunido con el alcalde.
-No lo entiendo...
-Ni espero que lo hagas. Pero si vas a tener que empezar a entender nuestra forma de comunicarnos. Aun no posees la vestimenta adecuada, por eso te continuo hablando. Pero en cuanto te la de, nadie del grupo te dirigirá la palabra. Lo que si te voy a dar ahora es tu, ¿cómo lo has llamado? ¿Pistola?
-Si, pistola.
-Bien, tu pistola. Va a ser tu nueva arma. Que la gastes o no, dependerá del trabajo que se te asigne, pero estas obligado a ir armado.
-Pero, ¿no habías dicho que continuaría siendo el teniente alcalde?
-¿Y eso que tiene que ver?
-Eh...
-Bueno, tenemos trabajo. La reunion esta a punto de finalizar, y tenemos que recibir al nuevo alcalde.

Esta vez, no se fueron todos juntos. Cada uno se fue por un lado, salvo cuatro de ellos. Drent, el teniente alcalde, y dos más. Caminaron con decision hasta el despacho del alcalde, y esperaron ante la puerta.

-Has dicho que estabas reunido con el alcalde ¿no?
-Así es.
-¿Cómo es posible?
-Amigo mio, yo puedo estar en dos sitios a la vez.
-...
-Es un poder al alcance de muy pocos. Afortunadamente, yo soy uno de ellos. Ahora silencio, esperamos una señal.
-¿Una señal?-susurró el teniente alcalde

Drent no respondió, en cambio, se oyó un ruido parecido a una leve explosión al otro lado de la puerta. La guardia no tardó apenas en desenvainar las espadas, y dirigirse al interior de la habitación. Del interior, salió una voz que dijo:

-Muy bien mi guardia personal, deteneos y arrodillaros ante mi o prescindiré de vuestros servicios.

Nadie respondió, y los guardias se quedaron quietos, sin saber que hacer. Desde el exterior, el teniente alcalde no veía que ocurría, no obstante, si vio como Drent sacaba una pistola, al igual que los otros dos que les acompañaban, y apuntaba a uno de los guardias. Fue un momento de tensión, en el que todo el mundo se quedo esperando. Finalmente, uno de los guardias hizo un movimiento en dirección al interior de la habitación, y el resto lo imitaron. Momentos después, Drent y los otros dos acompañantes disparaban sus pistolas, derribando a los tres guardias, que cayeron muertos al suelo. Tras ellos, se alzaba una figura de porte noble, que los miraba fijamente, y de repente, sonrió. Drent enfundó su pistola, y se acercó a la figura. El teniente alcalde, que no le veía el rostro debido a la iluminación de la sala, se acercó también para ver quien era aquella persona. No pudo contener su asombro, y se quedó paralizado boquiabierto mientras observaba a dos personas, exactamente iguales. En ese momento, Drent se volvió hacia el y le dijo:

-Teniente alcalde, le presento al nuevo alcalde, Drent Axthrom.
-Pero... ¿cómo es...? Yo creía que tú eras Drent.
-No, -dijo Drent- él es mi hermano gemelo, pero no puedo deciros su nombre.

Sombras del Pasado. Cap III

Uno más

Empezaba a amanecer, y esa noche ya habían acabado el trabajo. Drent acababa de recibir sus los últimos informes. Una vez concluido todo, preparó sus cosas, y partió del torreón a casa del teniente alcalde de la ciudad. La gente se apartaba atemorizada de su camino, pues se conocía muy bien su trabajo. No obstante, nunca ninguno de sus hombres, ni el, habían actuado a la luz del día. Cuando llegó, dio tres ligeros golpes a la puerta, y esperó a que abrieran. Percibió un movimiento detrás de la cortina que cubría una ventana lateral, mas no hizo ningún movimiento que delatase que se había percatado de ello. Pocos segundos después, abrieron la puerta.

Intentaba mostrarse segura y decidida, pero no podía evitar sentir miedo ante la presencia de Drent. La mujer del teniente alcalde apenas logró susurrar un saludo.

-Busco al teniente alcalde- dijo Drent sin mas, y con una voz monótona y carente de sentimiento.

La mujer, no se había movido, y continuaba mirándole de forma extraña, una mezcla de temor y asombro reflejaba su rostro. De fondo se escuchó la voz del teniente alcalde que confirmaba su presencia, y se aproximaba a la entrada de la casa. Esta vez si, la mujer se apartó y dejo que su marido se plantara cara a Drent.

-Ah, es usted...
-Tenemos que hablar, ya.
-Pase.

Entraron. Ninguno tomó asiento, se quedaron en el recibidor, y el teniente alcalde se quedó esperando a que Drent hablara.

-Antes que nada, deberíais decirle a vuestra esposa que se marche con vuestros hijos. No deseo que piensen, oigan, o, en el peor de los casos, vean algo que les pueda parecer horrible.

La mujer, que continuaba en el recibidor le lanzó una mirada asesina, pero no hizo ningún reproche ni comentario. Llamó a los niños, y se marchó de la casa.

-¿Qué quiere?
-Como comprenderéis, un hombre de mi posición no puede vivir en la ignorancia, por lo que procuro saber todo lo que pueda acerca de lo que me rodea. Con esto os confirmo vuestras sospechas. Sí, os he vigilado. A vos y a toda la población No hay ciudadano de la ciudad del cual no halla pasado un informe detallado por mis manos.
-¿Pero qué...?
-No, no digáis nada. Dejad que acabe, os aseguro que os interesa lo que tengo que deciros.
-...
-Bien. No es la primera vez que aquel que nos contrata nos traiciona, por lo que debemos ser precavidos. Investigando a la población, y la ciudad, he descubierto cosas interesantes. Concretamente cierta característica geográfica de una zona en particular. Supongo que ya habréis llegado a la conclusión de que mis hombres no son solo aquellos que se ven deambular por las calles. Bueno, volviendo al asunto que nos atañe, vuestro alcalde posee cierto interés en esa zona, y por lo que se, vos también Ciertas informaciones, me han confirmado que vos estáis detrás de todo el crimen de la ciudad. Vos, intentáis desprestigiar al alcalde para que la ciudad entera pida su cabeza por la inestabilidad social. A una orden mía, y seréis llevado ante la justicia de vuestro alcalde. No obstante, perseguís el mismo objetivo, solo que él quiere hacerse con el control de forma pacifica, y con el apoyo de toda la ciudad. En cambio vos, no dudáis en jugar con la vida de los demás para alcanzar vuestras metas. Supongo que se os habrán pasado varias cosas por la mente, y si, en concordancia con lo que he dicho delante de vuestra esposa, puede que muráis al finalizar esta conversación Persigo cierto objetivo, el mismo que vos y vuestro alcalde. Por ello debo eliminaros. No obstante, tengo una propuesta que hacerle.
-Le escucho.
-He estudiado todo vuestro plan. Era perfecto, hasta que aparecimos nosotros. Y si deseáis que os diga la verdad, no me gusta como intentasteis solucionar el asunto. No me dejabais en buen lugar, ni a mi ni a mi gente. Aquello me decidió a la hora de intervenir y tomar parte en todo este asunto. Supongo que os estaréis pensando que podéis darme a cambio de vuestra vida, ¿no es cierto? Bien. A fin de cuentas, no sois tan diferente a mi, digo más, somos casi idénticos Si a eso le añadimos que en nuestro ultimo trabajo perdimos a tres buenos hombres, no es menos que interesante albergar la esperanza que se una a nosotros aquel que tanto se nos parece.
-¿Desea que me una a su banda de mercenarios sin escrúpulos?
-¿Sin escrúpulos? No soy yo el que envía a sus propios hijos a espiar al enemigo.
-Al igual que usted recure a su gente, a su familia, yo recurro a la mía.
-Bien, no entremos en temas morales. ¿Aceptáis la propuesta? No es exactamente uniros a nosotros, pero se parece.
-¿Tengo alguna otra opción?
-Morir junto con vuestros hijos. Saben demasiado. A vuestra esposa no le pasará nada.
-Eso no me consuela.
-No esperaba hacerlo.
-Sois despreciable.
-Espero vuestra respuesta.
-Necesito hablar con mi esposa.
-Hacedla pasar, esta ahí fuera. Nos ha estado escuchando durante toda la conversación
A media mañana, la familia entera parecía tener una conclusion.

-¿Qué les deparará a mis hijos? ¿Y a mi esposa?
-Lo mismo que hasta ahora.
-¿Y a mi? ¿Voy a tener que ir de un lugar para otro con usted y su banda?
-Ahora sois uno mas de nosotros. No me tratéis como a un extraño. Ahora soy vuestro líder
-En cambio usted me trata igual.
-No estaba usando el plural mayestático. Era simplemente plural.

Sombras del Pasado. Cap II

Comienza el trabajo

Ni siquiera la luz de la luna alumbraba el callejón La oscuridad albergaba en su interior trapicheos, venganzas, robos... Dejando de lado la ley y la nobleza, desafiando a los señores de la oscuridad, un grupo de encapuchados imparte justicia.

-¿Qu...quienes sois vosotros?- preguntó un bandido al que pillaron despistado.

Todos se le quedaron mirando, y ninguno respondió. Todo pareció detenerse, cuando de su espalda, una voz dijo:

-Los llaman Sombras del pasado. Son mercenarios, y yo soy su señor.

Acto seguido, notó un pinchazo en la espalda, y vio como el filo de una espada le salia del pecho. Poco a poco, empezó a perder la vista, el oído, y cada uno de los sentidos. Instantes después, caía al suelo, muerto.

Completamente sincronizados, los miembros del grupo se dividieron y continuaron con su trabajo. Rodearon la casa que tenían al lado, y entraron por las distintas ventanas y puertas a la vez. En su interior, se encontraba un pequeño grupo de asaltantes que preparaban uno de sus golpes. Casi sin poder reaccionar, los bandidos vieron como Drent y sus hombres destrozaban toda la casa en cuestión de segundos, para después, tranquilamente, apresar a todos y cada uno de ellos.

El interrogatorio duró lo que quedaba de noche, y solo tres de los bandidos sobrevivieron. Al amanecer, se presentaba la guardia en la casa, donde no quedaba ni rastro de lo ocurrido durante la noche. La casa estaba limpia y ordenada. Los tres bandidos, atados y amordazados sobre unas sillas, apenas mostraban heridas ni marcas de tortura. De los muertos, no se sabia ni su existencia. El gobernador exigió discreción, y Drent no estaba dispuesto a incunplir sus ordenes, poniendo en peligro así, sus honorarios.

Aunque usaban la misma vestimenta para actuar, que para vestir durante el día, no les preocupaba, pues muy pocos, por no decir ninguno, podía contar, delatar, o informar de que eran ellos, pues muy pocos sobrevivían al enfrentamiento, y los que lo hacían, solían acabar en los calabozos mas oscuros de la prisión. O eso pensaba Drent, al igual que sus hombres, hasta que de camino a una taberna, uno de ellos, aquel que siempre portaba un pañuelo que le cubría gran parte de la cara, oyó a dos jóvenes hablar.

-Míralos, ¿los ves? Caminan por la ciudad y van estudiando nuestros comportamientos. Anoche los vi actuar. Son crueles y despiadados.
-¿Dónde? ¿Cómo te escondiste de ellos?
-Me escondí en el tejado del establo. Entraron en una casa, y antes del alba, salieron, y tomaron direcciones distintas. Varios de ellos portaban sacos con algo dentro. Me colé después y vi que no había ni la mitad de gente que había entrado al atardecer.
-Valla, parece que los conoces bastante bien.
-Les he espiado un par de veces.
-Oye, ¿tu sabes por qué los llaman sombras del pasado?
-Porque es lo que dejan a su paso, sombras del pasado...

No prestó más atención. Se alejó tan silenciosamente como se había acercado, y los dos jóvenes no se percataron de que alguien les observaba por la espalda. Tranquilamente, pero sin pausa, se dirigió al torreón, y aunque no tenia llave, entró como si hubiera vivido allí toda su vida. Subió a lo alto, y tubo un encuentro con Drent. Como era costumbre entre ellos, no dijo una sola palabra, pero al igual que la vez anterior, no hizo ningún gesto, ningún movimiento, nada. Sin embargo, Drent entendió perfectamente lo que acababa de suceder.

Tomó medidas, y aunque a simple vista, actuaban igual que el resto de las noches, el joven espía no notó que el también estaba siendo espiado. Como el resto de la población, pensaba que el grupo de sombras era exactamente el que se dejaba ver por las calles, el mismo número de personas y el mismo estilo. No obstante, como el resto de la población, no sabia que aquel grupo lo formaban muchas más personas de las que se mostraban con el atuendo negro. Creyéndose seguro, el joven, volvió a casa, y contó lo que había visto a su padre. Un rato después, otro joven, probablemente su hermano, entró en casa, y nada de lo que ocurrió en aquella habitación, ni nada de lo que se dijo, se le escapó a aquel que los estaba espiando.

Habían pasado ya seis noches desde que empezaran el trabajo, y cada noche, Drent recibía informes y noticias cada vez mas incómodos, que le hacían tener que trazar nuevos planes, y nuevas estrategias. Al mismo tiempo, recibía otro tipo de informes, de los cuales, la mayoría de los miembros del grupo ni siquiera sabían de su existencia. Aunque el plan inicial continuaba en pie, estos informes le habían hecho tener que realizar pequeños cambios de ultima hora, y no había nada que odiara mas que los cambios de ultima hora. De mal humor, dejó la reunión que tenia con los demás, y se fue a lo alto del torreón.

Allí, la sombra que nunca mostraba su rostro se reunió de nuevo con el. Habían pasado cuatro días desde su ultimo informe, y lo esperaba impaciente. Cuando estuvieron frente a frente, Drent le miró fijamente, y la sombra extrajo un instrumento de su capa. Era alargado y recto, curvado hacia el final. Parecía una ballesta, solo que no tenia arco ni cuerda. Drent, al cogerlo, supo que era, y para que servía. Sin asombro alguno, sonrió y por primera vez en la vida, habló con palabras a uno de los miembros del grupo.

-Buen trabajo. Esto decanta la balanza de forma definitiva a nuestro favor. Será dentro de cuatro noches.

Sin decir ni una palabra, ni hacer ningún movimiento, la sombra se dio la vuelta, y se marchó igual que había venido.

Sombras del Pasado. Cap I

El fin de la maldad

-Gobernador Surlen, mi señor, acaban de llegar.
-Bien, hazles pasar.

El gobernador enrolló los pergaminos que tenia encima de la mesa, y ordenadamente los guardó en diferentes cajones. Después, cerró el libro que había dejado sobre la mesa y lo guardó en la estantería que había en el lateral de su despacho. Aun estaba frente a la estantería cuando tras unos golpes a la puerta, entró uno de sus sirvientes.

-Gobernador, el señor Axthrom.
-Bien, gracias. Puedes retirarte.

Una vez se hubo marchado el sirviente, el gobernador volvió a su mesa y se sentó tranquilamente.

-Tengo entendido que necesitáis mi ayuda gobernador.
-Así es, y por eso estáis aquí. Quiero contrataros. A usted y a toda su gente.
-¿Con que fin?
-Verá señor Axthrom, mi ciudad esta... rebosante de maldad. En todas las esquinas se producen fechorías, la gente tiene miedo, no confían en la seguridad que les proporcionan los guardias, y lo cierto es que hacen bien. La guardia de la ciudad no puede protegerles. Los maleantes van un paso por delante de nosotros, y no conseguimos frenar todo esto.
-Y supongo que es ahí donde entro yo, ¿no?
-Exactamente. Por muy formal que le parezca esta reunión, ha de saber que esta reunión no ha ocurrido.
-Me parece bien. Somos mercenarios. Hacemos cualquier trabajo mientras se nos pague. No entramos en la moralidad del trabajo en si.
-Veo que es un hombre inteligente. Sabe cual es el trabajo que voy a proponerle.
-Si, se cual es ese trabajo.
-Bien, me complace saber que nos entendemos perfectamente.
-¿Cuales son las condiciones?
-Tendréis libertad absoluta. Pero ello no implica que no sean discretos. Quiero la máxima discreción.
-No hay problema.
-Quiero que ponga fin a toda esta inestable situación Pero no de cualquier forma. Quiero que haga que los maleantes se planteen la posibilidad de continuar con su indeseable vida de maldades y fechorías.
-Le entiendo perfectamente.
-Bien. Cada tres días, esperaré el informe de uno de mis guardias. Si me complace lo que leo en ese informe, al cuarto día encontrareis una bolsa con seiscientas monedas en lo alto del torreón. Aquí tenéis una copia de la llave que os conducirá hasta allí.
-Me parece bien. ¿Cuando empezamos?
-Ya. Buenos días señor Axthrom.
-Buenos días gobernador.

Y dicho esto, Drent Axthrom salió del despacho del gobernador, y se dirigió al salón comedor que habían preparado para el y sus hombres. Se reunió con ellos, y les comentó el nuevo trabajo que tenían que realizar.

Iban vestidos completamente de negro, incluso las ligeras armaduras que portaban estaban pintadas de un negro opaco que evitaba que se produjeran brillos. Aunque incorrecto, había tres de ellos que portaban un sombrero de ala ancha. El resto, se había descubierto la cabeza. Su capa, también negra, poseía un símbolo blanco que nunca antes se había visto por la zona. Se trataba del distintivo del grupo. No tenían nombre, pero tenían miles, pues cada ciudad, pueblo o aldea por la que pasaban, les daba un nombre distinto. No hablaban nunca entre ellos, y solo decían algo cuando se referían a alguien externo al grupo. El sirviente del castillo que el gobernador había asignado al servicio del grupo durante su estancia, se había quedado boquiabierto cuando vio como los miembros del grupo hacían gestos con las manos y con la cabeza, que respondían a los que hacia Drent Axthrom, que acababa de incorporarse a la mesa donde estaban reunidos. Sin embargo, no se percató de que había uno, y solo uno de los hombres de la mesa, que no hizo ningún movimiento, y que ni siquiera se había quitado el pañuelo que le cubría gran parte de la cara.

Ya había anochecido, sin embargo, esa noche no iban a comenzar a trabajar. ¿O sí? Era de noche, y los maleantes comenzaban su ronda de crímenes sin control alguno. De tanto en tanto, la guardia hacia alguna redada, pero pocas veces atrapaban a mas de dos. A pesar de todo, el grupo entero se echó a la calle, y cada uno tomó un rumbo distinto. Cada uno recorrió una parte de la ciudad. Todos iban igual vestidos. Nada en ellos reflejaba quien estaba bajo el sombrero y la capa, ni quien era el líder del grupo. En todas partes de la ciudad, se produjeron atracos, peleas, asesinatos, crímenes de todo tipo. Parecía increíble que durante el día la ciudad conviviera bien, pues por la noche, la anarquía reinaba en ella. En mas de una ocasión, la guardia tuvo que retirarse dejando atrás a mas de un pobre guardia que se había rezagado o despistado, y que había caído en manos de los vándalos. Todos los hombres de Drent presenciaron actos semejantes desde las sombras, sin intervenir, observando cada movimiento, grabando cada imagen, cada cara en su mente. Esa noche no intervinieron, no obstante, no dejaron de trabajar en ningún momento.

viernes, 25 de julio de 2008

El Nuevo. Acto I

Un sobre aparecio bajo la puerta. Vincent no se dio cuenta hasta que salio de la habitacion donde revelaba sus fotografias. ¿Una carta? Se acerco a la puerta y la recogio.

Tenemos que hablar sobre tu nuevo trabajo. En unos dias pasara alguien a recojerte y te reuniras conmigo o con alguien que yo envie. Estate preparado y alerta.

No habia nombres. No habia fechas. No hacia falta. Vincent sabia muy bien quien le habia escrito la carta. Bueno, la nota. Por supuesto, estaria preparado. No podia permitirse no estarlo.

Vincent era fotografo. Trabajaba para uno de los periodicos de la ciudad, y tenia la suerte de no estar sujeto a horarios. Simplemente fotografiaba lo que ocurria en la ciudad y alrededores y enviaba las fotos al periodico. Trabajo sencillo para un fotografo. Un buen fotografo.
Estaba en la seccion de Sucesos locales, la seccion mas importante del periodico desde que se implanto la ley seca. Con ella, aparecio el contrabando y las mafias, y como consecuencia, los sucesos aumentaron. Vincent tenia trabajo, bastante trabajo, y como buen fotografo que era, tenia un buen sueldo. Todo correcto hasta que un dia, uno de los capos de la ciudad le invito a comer. Desde entonces, todo cambió.

Pasaron unos dias, y Vincent salio de su casa camino al periodico a entregar unas fotografias. Habia un taxi aparcado en la puerta, y un hombre trajeado apoyado en un lateral. Estaba fumando. Cruzaron las miradas.

Cuando volvió del periodico, le sorprendio ver la misma situacion exactamente. Incluso parecia que hasta el cigarrillo se mantenia sin consumir.

-¿Vincent?
-¿Si?
-Debe acompañarme.

¿Un taxi? Buena tapadera. El hombre trajeado se sento al volante y Vincent se coloco en el asiento trasero. El misterioso taxista arranco y se pusieron en marcha.

-Por cierto, me llamo George.
-Encantado.
-¿Fuma?
-No
-Yo tampoco. Es un mal habito.

Bajó la luna y lanzó el cigarrillo. Dieron varias vueltas sin sentido por diferentes calles, hasta que al final llegaron a un bar. El bar, con la ley seca se habia ido practicamente al traste, con lo que se habia hecho una pequeña reforma para convertirlo en un pequeño restaurante de clase media baja. Misteriosamente, el negocio iba muy bien.

George parecia el tipico maton de poca monta de la mafia. La escoria que siempre envian primero y que suele ser la primera en caer, pero tenia algo que lo hacia diferente. Un maton de poca monta no llega a chofer. Y George si lo era. No el mas importante, pero si era uno con los que contaba el capo. Si antaño era o no dueño del taxi... eso solo lo sabia él, y tal vez el capo. No era algo de lo que solia hablar.
Ese dia, le habian comunicado que debia recoger a un fotografo llamado Vincent. Y eso era lo que estaba haciendo. Llevaba un revolver como casi todos los miembros de la organizacion, y no solo lo habia usado, sino que tenia unas cuantas muertes a sus espaldas. El taxi tenia un doble fondo en el asiento trasero. Allí George guardaba las matriculas falsas y una Thompson... Por si acaso...

Despues de recoger a Vincent, tenia que llevarlo a un bar, a tomar un "cafe". Entregarle una nota al dueño, y esperar alli con Vincent hasta que apareciera algun superior.

El bar era propiedad del dueño de la destileria mas importante de la ciudad, situada en la calle de atras del bar. A pesar de lo arriesgado, nunca nadie habia sospechado nada. El dueño del bar nunca estaba en este, sino que siempre controlaba la produccion del alcohol. En el bar estaba el resto de su familia. Su hijo y heredero era el encargado. Un muy servicial barman llamado Julio. Su hija Julia, una joven atractiva, era la camarera del bar, y su santa esposa, la muy pobre siempre estaba en la cocina preparando todo lo que se servia en el bar.

El joven muchacho, habia salido a su padre. Probablemente seria el que continuase el negocio familiar. En cuanto a Julia... tenia un novio. Tenia... Era actor, y un dia no aparecio en la obra que representaba. Un hecho muy desagradable. Ambos hijos estaban al corriente de todo lo que ocurria, y cada uno colaboraba en parte. Julio era el enlace entre la destileria y el transportista dle alcohol, y Julia... obtenia practicamente toda la informacion que deseaba gracias a sus multiples encantos.

Esa mañana el bar no estaba muy lleno. en un lateral habia una pareja tomando un pequeño almuerzo, y en el centro, dos hombres trajeados, uno de ellos, con una gabardina y un maletin. Hablaban sobre la economia de una empresa en la que al parecer trabajaban.

Vincent y George entraron en el bar, y se sentaron. Pasaron desapercibidos. Nadie reparo en ellos. A nadie le importaba. Tomaron un par de cafes, y mataron el tiempo hablando de todo y nada.

Por una entrada de servicion que tenia el bar, aparecio un joven, de aproximadamente la misma edad que el barman, y se puso a hablar con este de forma amistosa. El joven en cuestion se llamaba Fabricio. Todos le llamaban Fabri. Era amigo de la infancia de Julio, pero a diferencia de este, Fabri si que era miembro de la mafia. No reparó en George, pero George si reparó en él. No era la primera vez que le veia, ya que ambos trabajaban en la misma organizacion.

Fabri se encargaba del transporte y del reparto del alcohol por los diferentes tugurios de la ciudad. Como miembro de la mafia, iba armado, pero a diferencia de George, Fabri no habia disparado nunca, y no tenia demasiada aficion a usar armas. Habia aparcado el camion en el patio interior que tenia el bar, al cual se podia acceder por un callejon. Habia terminado de cargar el camion, y ahora se disponia a refrescarse el gaznate mientras conversaba con su viejo amigo.

George consultó un reloj, y disculpandose ante Vincent, se levantó y se acercó a Julio. Le entregó una nota. Una nota dirigida a su padre. Volvio y se sentó junto a Vincent. Julio desaparecio por la cocina, que tenia una salida al exterior y fue a hablar con su padre. Poco despues, aparecieron los 2. Algo les susurró tanto a los hijos como a Fabri, que hizo que los tres se marcharan del bar. Fabri salio al exterior por donde habia entrado, y Julio y Julia, entraron en casa. El bar poseia un acceso a la casa donde vivian, ya que era colindante con el bar.

Pasado un rato, uno de los hombres trajeados, se levantó, se puso su sombrero y se despidio del hombre de la gabardina, que tambien se incorporó de su asiento, pero que en vez de marcharse se dirigió al barman.

-Perdone, ¿el telefono?
-Esa puerta de ahi.

Señaló una puerta situada al lado de la que daba acceso a la casa donde vivia. Debia ir muy bien el negocio para poder permitirse un telefono en el bar. Demasiado bien iba el negocio.

El hombre de la gabardina cruzo la puerta y la cerró tras de si. No pasaron ni 10 segundos, cuando un coche negro paró en la puerta del bar, y de el salio otro hombre trajeado que se metio en el bar, saludó al dueño y se sentó junto a Vincent. George, al ver su trabajo completado, se despidio, y se marcho en su taxi. No fue muy lejos ya que paró en la calle de atras junto a la entrada del callejon. Alli, salio del coche y se puso a esperar.

El hombre trajeado que habia entrado en el bar, no era otro que el segundo al mando del capo. El iba a hablar en su nombre con el fotografo. Ademas, se daba la casualidad de que era el hermano del dueño del bar. Apenas terminaron de saludarse Vincent y el, cuando paro de golpe la conversacion, y reparó en el maletin que habia dejado el de la gabardina sobre la mesa.

Al mismo tiempo que se incorporaba y corria hacia el maletin, gritó

-¡¡¡BOMBA!!!

Agarró el maletin y se dispuso a lanzarlo por la ventana. No le dio tiempo. Mientras lo tenia en la mano, explotó.

Vincent, al oir el grito, corrio hacia la barra, la salto y se tumbo tras ella. En el momento en que caia se produjo la explosion. El mobiliario dle bar que no habia salido despedazado por los aires estaba ardiendo. La cocina se habia venido abajo. La mitad de la barra estaba destruida, y media pata de una mesa habia salido disparada y se le habia clavado en el cuello al dueño del bar.

Vincent estaba aturdido. Veia poco, y lo poco que veia era borroso. Apenas distinguió que un hombre se le venia encima volcando sobre el un torrente de sangre, y por supuesto, no era consciente de todos los cristales y escombros que tenia encima. Ademas, un pitido bastante agudo le impedia oir cuanto ocurria a su alrededor.

Ante la explosion del bar, se produjeron varias reacciones. Fabri, que estaba revisando el camion, sintio la onda expansiva de la explosion y temeroso se metio en el camion y arrancó el motor. el cuerpo le pedia salir a toda prisa, pero habia algo que le retenia. George, que estaba esperando en el taxi, a diferencia de Fabri, sacó su revolver y corrio hacia el bar, y entro a traves de la entrada de servicio. Mientras corria, creyó oir el derrape de un coche que al parecer se alejaba de alli. Julia y Julio, notaron tambien la explosion y volvieron corriendo al bar.

Entre escombros y pequeños fuegos, se encontraron todos en el bar, George en la entrada de servicio, el pobre Vincent bajo un cadaver sangrante, Julio y Julia, contemplando el panorama, casi en estado de shock, y el hombre de la gabardina, que salia del telefono con una Thompson preparado para acabar con quien continuara con vida. Empezó entonces un tiroteo entre George y el maton, que acabó con este muerto y George sin rasguño alguno. Mientras se producia el tiroteo, Julio y Julia salieron por la casa al patio trasero, y vieron en Fabri y su camion, una bendicion caida del cielo. Se subieron al camion.

George rebusco entre los escombros a Vincent, que aun aturdido apenas podia sostenerse en pie. Fueron al taxi.

Como les habian enseñado, Fabri y George condujeron los vehiculos al piso franco mas cercano, mientras se escuchaban a lo lejos las sirenas de la policia que se acercaban.

El piso franco, que Julia ya conocia, y del cual, no guardaba muy buen recuerdo estaba en un edificio de lo mas comun y corriente de la ciudad. En el, habia un pequeño alijo de armas, algo de alcohol almacenado, unos pocos catres y un telefono. El unico telefono que tenia el edificio. Se calmaron las cosas.

Sufrieron la visita inesperada del casero.. el pobre ya no volveria a molestarles. George hizo una llamada.

Malas noticias. La organizacion tiene un topo y el incidente del bar parece ser solo el principio. Mal pinta la cosa. Pero eso no es todo. En el piso franco donde estais algo muy gordo a ocurrido. Saca toda la informacion que puedas y no confies en nadie

Vincent aun manchado de sangre, se dedicó a observar. Casi no podia evitarlo. Se dedicaba a eso, y a la minima estaba observando. Julia empezaba a acusar las experiencias vividas recientemente, y Julio... nadie sabe en que estaba pensando.
Fabri nunca se habia encontrado en una situacion asi y estaba algo bloqueado, y George, ante tal panorama, se vio obligado a tomar el mando, cosa que nadie le discutiria.

Por el vicio de mantener exclusivas, las cosas que observaba Vincent nunca eran reveladas, hasta el momento de su pulicacion, y como no, esta vez, no seria diferente. Algo habia entre las botellas de alcohol. Restos de papel quemado. Cenizas. Un trozo se mantenia parcialmente conservado. Un trozo de papel que contenia parte de dos palabras. "ranj Ro". Disimuladamente, se lo guardó en un bolsillo.

George observó el movimiento, y ante un pobre fotografo, no tuvo practicamente resistencia. Ya lo sabian todos. "ranj Ro". Un trozo de papel que hacia referencia a la Granja Rose como averiguarian tras unos segundos.

¿Algo gordo en el piso? ¿Granja Rose? Esta bien, Vincent, Fabri y yo vamos a ir a la Granja Rose a ver que es lo que pasa. Si vosotros dos quereis averiguar quien mato a vuestros padres y porque, podeis venir con nosotros, pero es vuestra decision.

Todos partieron. Ya era mediodia, y el hambre empezaba a a hacer acto de presencia. Nadie paró ni hizo mencion alguna. No habia tiempo. La granja estaba a las afueras de la ciudad. Algo apartada, a unos dos kilometros, y al parecer, estaba abandonada. O tal vez no. El campo estaba cuidado. No habia nada actualmente plantado, pero si se notaba que alguien lo habia trabajado. Al lado del campo habian dos edificios. El granero, y la casa. Algo misterioso ocurria, pues el granero estaba perfectamente cuidado. En el se guardaba el grano, y una pequeña parte del granero, convertida en cuadras, se notaba cuidada. No hacia mucho que alguien habia estado alli.

La casa, por el contrario, estaba en pesimas condiciones. La falta de cuidado habia hecho mella en la madera. Practicamente no quedaban ventanas, la puerta principal habia dejado de existir, yl polvo se acumulaba por todas partes, y parecia que la proxima rafaga de viento la desaria en pedacitos. A pesar de todo, nada de ello les impidio entrar a registrar.

Santo Dios George! Tienes que ver esto.

En una de las habitaciones, estaba el mayor alijo de armas que Nadie de los presentes habia visto en su vida. George empezó a sospechar. Conocia donde estaban todos los pisos francos, donde se guardaban los alijos y los almacenes donde se escondia el alcohol. De la granja, no sabia nada.

Bueno, este es un buen momento. Fabri, rearmate. Julio, Julia, tomad un revolver de estos. ¿Habeis usado alguno? ¿No? Bueno, es facil. Apuntas, tiras esta pieza para atras y le das al gatillo. Asi de facil. Vaya vaya vaya... aqui hay granadas. Esto son palabras mayores. Con cuatro tendremos suficientes.

Vincent desde ese momento ya no caminaba tan cerca de George. Entre arme y rearme, observó un cartel extraño. "Molino" ¿Molino? Oye George, ¿que significa esto de Molino?

No tardarian en averiguarlo. A ciento cincuenta metros, hacia el noroeste, habia un molino, que parecia en el mismo estado que la casa de la granja. Aun le quedaban telas en las aspas. Las aspas... Un grito desgarrador de miedo surgio de la garganta de Julia. Todos miraron las aspas. A George le vino una sensacion de lamento. Tenia un asunto pendiente con el que ahora estaba ensartado en varios hierros y estacas clavadas en el una de las aspas.

Esto es de locos... espero que George sepa lo que hace...

En que mundo me he metido... A que mala hora acepte el trabajo...

¿Que esta ocurriendo aqui? ¿Por que tanta muerte?

Respira... Respira... Calmate...

¿Tanto esta relacionado con la muerte de nuestros padres?

Pobre bastardo... teniamos un asunto pendiente... Un dia de estos pasare por el infierno y tu y yo acabaremos de una vez por todas...

¿Que es eso que se oye? Viene del interior...

Entraron al molino. El crujir constante de madera, lijero, acompañado con las rafagas de viento se veia provocado por el vaiven del cuerpo de alguien ahorcado en una de las vigas de la estrutura. El asunto se esta volviendo muy feo.

Bajemosle. Ayudame Fabri.

Le bajaron y le tendieron en el suelo. Llegó el momento de la frialdad. El analisis. Le registraron y buscaron el porque de una muerte de esas condiciones y en ese lugar. En uno de sus bolsillos aparecio la entrada para una obra de teatro que se representaba esa misma tarde. La entrada estaba mal cortada y habian restos de otra entrada. Podia ser que el trabajador de la taquilla la hubiera cortado mal, o podria ser que no fuera el unico en asistir al teatro y tuviera compañia.

-¿Alguna vez le habias visto?
-No. Y no es miembro de ninguna organizacion. Es extraña su muerte.
-Exacto, no tiene marcas de violencia. Es un suicidio. Disculpad un segundo, he de hacerle una fotografia.
-¿Pero que haces?
-Mi trabajo señorita. Solo mi trabajo.
-Vamonos de aqui. Volvemos al piso franco. Tenemos cinco horas para pensar que hacemos con el teatro.
-Alguien nos esta marcando un camino a seguir, y lo estamos siguiendo como idiotas...
-Cierto, pero no tenemos alternativa. Y si tu y tu hermano teneis intencion de averiguar todo lo concerniente a la muerte de vuestros padres, este es el camino a seguir

Volvieron a la granja, y se montaron en el automovil. En direccion al piso franco. Nadie lo dijo. Nadie lo comento, ni siquiera un susurro. Nada. Pero todos tenian un sentimiento en comun. La extraña sensacion de que alguien les observaba. Ya fuera el que les marcaba presuntamente el camino, o fuera otra persona, pero nadie salio de alli sin aquella extraña sensacion. George comprobó varias veces si alguien les seguia, al igual que Fabri. Pero no descubrieron nada. Por el momento, tenian 5 horas...

Welkom Bak

Weno, an pasao algun ke otro dia mas ke los 8 que dije pero weno, habia ke despejarse... e welto a las andadas

jueves, 3 de julio de 2008

Abandonaillo

se ke tengo esto un poko abandonaillo, pero eske toy de examenes y apenas tengo tiempo, poco mas ke pa enterarme de lo del diablo 3 y algunas cosillas mas. Acabo dentro de 8 dias, asin ke... hasta entonces