fondo

martes, 18 de septiembre de 2007

Nostalgia

--¡Ey! ¿Qué te ocurre?
--¿Uh? ¿Yo?—respondió, confuso y sorprendido por aquella presencia.
--Sí… Has estado ahí parado durante un buen rato. ¿Qué te pasa?
--Nada… Estoy bien…
Volvió a dirigir la mirada hacia abajo, apesadumbrado, afligido por la impotencia y el dolor de la pérdida, una sensación de melancolía se apoderó de él. En ese momento no le apetecía hablar sin embargo, sabía a ciencia cierta que esta vez no habría otro remedio que responder a algunas preguntas.
--Siempre miras hacia abajo…
Lo había notado. Por mucho que se empeñaba en disimular, la evidencia le iba a señalar tarde o temprano.
--Sí—contestó a desgana.
--¿Qué observas?
No pudo evitar que él también mirara, ni pidió permiso.
De todas formas no le quedaban fuerzas para imponerse ante él.
--Anda… ¿Quién es?
--¿A ti que te importa…?
--¡Eres descarado y estúpido! ¿Por qué no me lo dices?
--¿Cambiaría algo si te lo dijera?—respondió con sorna.
--Je, je, je. Dejaría de molestarte.
--No recuerdo su nombre, lo siento.
Ambos se quedaron mirando acompañados del silencio y de la oscuridad de la noche durante unos momentos.
--¡Es guapa! Ahora sé por qué la miras tanto—dijo, riendo entre dientes.
--¿Te vas a callar de una vez?
--Je, je, je. Tengo curiosidad, mucha curiosidad. La conociste ¿Cierto?
--Sí, desde luego…
Otro momento de silencio acompañó a ambos, más breve que el anterior.
--Es difícil de creer que siendo tan bonita se fijara en un simplón como tú.—volvió a reír.
Pudo haberse enfadado pero se limitó a sonreír evadido en sus meditaciones… Sin embargo, fue una sonrisa acompañada de resentimiento, de bellos recuerdos olvidados que cruzaban su mente una vez más. Los echaba de menos.
--Pues créetelo…
La última sílaba fue acompañada de un suspiro. Mientras tanto, su compañero le miraba con interés y curiosidad, dibujándosele media sonrisa.
--¿Cómo… cómo fue?
--¿Eh? ¿A qué te refieres?
--¿Cómo se cruzaron vuestros caminos?
Intentó hacer memoria para estar seguro de lo que iba a contestar.
--Fue… repentino… La vi y descubrí al instante que era especial…
--¿Especial? ¿Cómo de especial?—preguntaba con ansia.
--¿Vas a calmarte?
--Hace tiempo que no escucho ninguna historia. Je, je, je.
Volvió a callar, pensativo.
--Especial—prosiguió-- en el sentido más puro de la palabra…
--¿Uh? No entiendo.—balbuceó rascándose el cogote.
--Ni espero que lo hagas… No sé… Quizás fuera por la afinidad que teníamos, la dedicación que tenía depositada en mí, las cosas que compartíamos juntos. Su fe hacia alguien que no conocía, su confianza absoluta era casi religiosa. Y lo más importante… en ningún momento le di motivos para ello.
Su compañero volvió a reír entre dientes.
--¿Se puede saber que te parece tan gracioso?
--Es divertido ver como se te iluminan los ojos al hablar de ella.
--Eres un imbécil ¿Lo sabías?—espetó con cierta dosis de vergüenza.
Aquella sonrisa tan característica no cambió un ápice.
--¿Qué pasó?
--La dejé ir…--dijo elevando la vista.
--¿Por qué?
--No se… algún tipo de miedo sin sentido que me impedía aceptar el complemento perfecto.
--Aún así te seguía queriendo ¿Verdad?
--Eso es lo peor de todo.
--Le hiciste daño ¿Eh?
--Deja de juzgarme ¿Quieres?
--Ya lo hará otro en mi lugar. Je, je, je…
--Me la trae sin cuidado.
Hubo una pequeña pausa en el que ninguno de los dos se miraba.
--¿Sabes qué, chico? Creo que te comprendo.
--¿Mmm?
--El ser humano es un ser imperfecto en constante búsqueda de complemento. Pero hay una persona que realmente es la “otra parte” perfecta. Se siente algo muy especial al encontrarla, es un paso muy importante en la vida.
--¿Qué me quieres decir con eso?
--Quizás no estabas preparado.
--No te sigo.
--Estoy seguro de que la encontraste demasiado pronto, aún debías estar muy verde.
Esas palabras le hicieron pensar.
--Quizás en otra vida haya más suerte. Je, je, je. ¿Sabes qué? Creo que conozco a quién la protege… no está muy contento contigo…
Nuevamente no obtuvo respuesta. Se limitó a mirarla, intentando olvidar todo lo que no estaba relacionado con ella, con como la conoció y los momentos que estuvieron juntos.
Rememorando, dejándose engullir por sus memorias, se sumergió en una oscuridad apática y triste. No opuso resistencia contra aquellas sensaciones y la angustia invadió su alma. El dolor de su propia conciencia martilleaba su ser.
Una lágrima resbaló por su mejilla cayendo allí abajo… Lejos de él… En su hombro…
Ella notó que no estaba sola y miró arriba, sus miradas se cruzaron. Él se asustó pero ella sonreía, pero no usa sonrisa de pesar, si no una de cariño y perdón.
Él, con los ojos muy abiertos, se alejó un poco.
--Eres todavía tan joven… Je, je, je.—apuntó mientras le observaba.
--¡No me hables más!
--Por cierto…
Su mirada volvió a él, hastiado de su presencia.
--…¿Cómo te llamabas cuando estabas vivo?
Sus ojos lagrimosos se entornaron… pero esta vez recordó.
--Aarón… creo que me llamaban Aarón…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es curioso, pero yo creo ke al que llamaban Aaron sigue vivo. No esta muerto ni en cualquier otro posible estado. Sigue vivo. Nadie salvo los vivos pueden sentir y vivir esa situacion