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lunes, 7 de septiembre de 2009

Vorágine

Cual torbellino se alzan en mi mente una serie de extraños sucesos. Bajo el yugo de la incomprensión, me encuentro en el centro de la vorágine que abarca mi mente.

He visto pasar ante mis ojos recuerdos y vivencias tan viejas como olvidadas de forma nítida y clara, y aquellos recuerdos más vivos en mi, se han alejado raudos como el viento.

¿Habráse visto mayor desorden que el de una mente atormentada?

La oscuridad rodea la vida... no existe claridad entre las nubes negras... ni el menor rayo de sol... de esperanza...

Cuantos marinos han perecido enfrentándose a la poderosa naturaleza.... pero ay! esto no es el mar...

¿Calmará la vorágine? ¿Serán de nuevo alcanzables mis recuerdos, para permanecer en el orden establecido del que no debieron ser movidos?

¿Podré calmar las aguas de mi mente? ¿De mi corazón?

¡Cuan cruel es la vida, que ataca a los hombres donde más débiles son!

¿O no deberé esperar y ser yo el que se alce al viento y grite por encima de los susurros del silencio mi desafío?

¿Debería un hombre dejarse vencer por el desorden de su mente? ¿O debería ordenar desde sus más oscuras vilezas hasta sus mas gloriosas hazañas?

Encendieronse ante mi las antorchas de la iluminación, y con paso firme, escoltado por ellas, desafiante, caminé al centro de la vorágine.

He gritado. Se ha roto el silencio. Y un rayo de luz ha atravesado la negrura que me envuelve. Alguien me ha oido.

Mi decision es la correcta.

No estoy solo. Alguien ahí fuera vela por mi. Mas no puede ayudarme. Es mi vorágine. Mi mar. Yo soy el señor de estas tierras.

Yo soy el cabrón hijo de puta mas duro de estos mares y ante todo aquel que se digne a observar, lo voy a demostrar.

¡Vorágine! ¡Ven a mi! ¡Ven a mi y deshazte!

¡Deshazte! Porque mi palabra es LEY.



Desorden... solo eso... desorden. Ya no hay vorágine. Ya no hay oscuridad. Ya no hay tormento. solo desorden. Y tiempo. Tiempo para arreglarlo todo.

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